miércoles, 15 de julio de 2015

Escuchándome a mí misma/o

Carl Rogers investigó durante décadas los procesos terapéuticos. Pensaba que las personas tenemos vastos recursos de autocomprensión y que estos recursos se pueden actualizar si se logran ciertas actitudes en una relación.



Para Rogers hay tres condiciones que deben estar presentes para que el clima que se da en una relación sea estimulador del crecimiento. Lo bueno, es que estas condiciones no sólo son aplicables en las relaciones terapéuticas, sino que también son válidas en las relaciones padre e hijo, profesor y alumno, jefe y empleados, etc. Es decir, se trata de condiciones para cualquier situación cuyo objetivo sea el desarrollo de la persona.

Una de estas condiciones es la autenticidad o congruencia. En Rogers, sin embargo, el término congruencia tiene matices que algunos de nosotros no asociamos a este concepto. Hoy os propongo prestar atención a la explicación de Rogers acerca de lo que significa ser auténtico. 
Escribe Rogers en su última obra:
Me siento muy satisfecho cuando puedo ser auténtico, cuando puedo acercarme a lo que sea que ocurra dentro de mí. Me gusta escucharme a mí mismo. Saber lo que experimento en un momento dado no es cosa fácil, (...) Estoy convencido de que ésta es una tarea vitalicia y de que nadie llega jamás a acercarse lo suficiente a todo cuanto ocurre en su propia experiencia"

Para Rogers, que una persona sea auténtica implica que esté abierta al conjunto de sensaciones, sentimientos y actitudes que fluyen en su interior en un momento dado. El término "transparente", dice Rogers, captura el sabor de dicha condición. 

Cuando en una relación, el flujo de las experiencias internas de una persona están a disposición de su conciencia, entonces puede haber una compatibilidad absoluta o congruencia, entre lo que esa persona experimenta a nivel visceral, aquello de lo que se es consciente en un momento dado y lo que se expresa. Es decir, el concepto de autenticidad implica varios ámbitos: el corporal, el de nuestra conciencia, el de nuestro pensamiento y el de nuestra conducta

Cuando lo que experimento en un momento dado está presente en mi conciencia y cuando lo que está presente en mi conciencia, también lo está en mi comunicación, entonces los tres niveles coinciden, es decir, son congruentes. ... He aprendido, que esa autenticidad o congruencia -como prefieran llamarlo- constituye la base fundamental de la mejor de las comunicaciones. (...)  Normalmente hay un desfase de tiempo, de momentos, días, semanas o meses, entre la experiencia y la comunicación. Tengo una experiencia seguida de una sensación, pero sólo me atrevo a comunicarla cuando se ha enfriado lo suficiente para arriesgarme a compartirla con otro. Sin embargo, cuando logro comunicar lo que hay de verdadero en mí en el momento en que ocurre, me siento auténtico, espontáneo, vivo.

Me gustaría recalcar la complejidad de todo lo que está implicado en el concepto de autenticidad de Rogers. Poder acercarse a la propia experiencia, a lo que sea que ocurra dentro de mí en un momento dado y escucharme sin tergirversar ese registro experiencial, no siempre es fácil. Esta escucha de uno mismo, esta apertura constante a uno mismo, de hecho, es una de las cosas más difíciles de lograr.
Voy a poner un par de ejemplos: ¿qué pasaría si el concepto que albergo sobre mí mismo es el de ser una persona mansa, pacífica y bondadosa y registro una reacción de ira o agresividad? O ¿Qué ocurre si me sorprendo experimentando una reacción de atracción sexual hacia alguien que entra en profunda contradicción con la idea que tengo de mí mismo/a en relación a mis inclinaciones sexuales? La mayor parte de las ocasiones, cuando algo así ocurre, es decir, cuando experimentamos algo que entra en contracción con la idea que tenemos de nosostros mismos, entonces reprimimos o transformamos esa experiencia para no sentir la amenaza de esa incongruencia (así funcionan algunos de nuestros mecanismos de defensa).

Una de las preguntas que podríamos hacernos con respecto a nuestra autenticidad, podría ser: 
¿Soy capaz de estar siempre abierto a mi nuevo y cambiante flujo de experiencias internas, aunque puedan socavar la idea que tengo de mí mismo, aunque me lleven a lugares desconocidos, aunque exijan de mí un cambio? 

Rogers advierte que la tarea de aceptarse y mostrarse tal y como uno es es una tarea ardua, arriesgada y exigente, pero también enriquecedora. Cuando nos atrevemos a ser auténticos, el otro nos percibe como una persona digna de confianza, segura y coherente.

Confiesa en El camino del ser:
Me arrepiento en las ocasiones en que he reprimido mis sentimientos demasiado tiempo y estallan de forma desordenada, agresiva o dolorosa. (...)

Nos cuenta también en El proceso de convertirse en persona

Cuando experimento un sentimiento de aburrimiento o fastidio hacia otra persona sin advertirlo,mi comunicación contiene mensajes contradictorios. Mis palabras transmiten un mensaje, pero por vías más sutiles comunico el fastidio que siento; esto confunde a la otra persona y le inspira desconfianza, aunque ella tampoco advierta el origen de la dificultad.

Cuando soy capaz de ser congruente y auténtico, frecuentemente ayudo a la otra persona. Cuando la otra persona es evidentemente real y congruente, suele ayudarme a mí. En esos momentos excepcionales en que la profunda realidad de uno se encuentra con la del otro, se da lo que Martín Buber denomina una memorable "relación tú-yo". No es frencuente que tenga lugar un encuentro personal tan profundo y mutuo, pero estoy convencido de que si no ocurre de vez en cuando, no vivimos como seres humanos (El camino del ser)

Que tengáis una semana auténtica,

cz

Bibliografía:
Rogers, Carl, Terapia, personalidad y relaciones interpersonales, El camino del Ser y El proceso de convertirse en persona



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