miércoles, 10 de diciembre de 2014

¿Qué es el Counseling filosófico?

Buenas tardes a todos:

Hoy quiero compartir con vosotros una revisión y síntesis personal sobre algunos aspectos generales de la práctica del Counseling filosófico. En esta ocasión lo hago de la mano de Ran Lahav -uno de los referentes de esta nueva práctica filosófica profesional-. 

¿Qué es el Counseling filosófico? 
  El counseling filosófico es una nueva modalidad de relación profesional en la que un consultor filosófico acompaña a un consultante en la revisión y reflexión de aquellos aspectos de su vida que le inquietan o le están impidiendo vivir con autenticidad y satisfacción. El counseling filosófico parte del supuesto de que nuestra vida y nuestras conductas están sostenidas por un sistema de creencias que limitan nuestro modo de percibirnos y de percibir el mundo y que conforman el marco desde el que nos interpretamos y desde el que interpretamos la realidad.  A través del trabajo que se realiza en la consulta filosófica el consultante va tomando conciencia y va esclareciendo los supuestos filosóficos que fundamentan su modo de vida.  Esta oportunidad de explorar y comprender la naturaleza de sus emociones y de sus acciones posibilita, a su vez, que  el consultante descubra opciones nuevas de vivir de un modo más creativo y genuino.
 Los asuntos susceptibles de ser tratados en la consultoría filosófica ocupan un amplio espectro;  a veces, el consultante trae a consulta cuestiones generales como el sentimiento de falta de sentido,  el deseo de una mayor comprensión de sí mismo, o una sensación de estancamiento; pero también constituyen motivos de consultoría filosófica problemas específicos como dificultades para tomar una decisión, problemas familiares, insatisfacción laboral o dificultades en las relaciones interpersonales (de pareja, con los hijos, etc). 
Este enfoque asume que en la base de las conductas y las dificultades cotidianas están implicadas cuestiones de naturaleza filosófica. Así, por ejemplo, problemas con las personas que constituyen nuestro mundo de relaciones, a menudo involucran conceptos como el de amistad, amor o dignidad;  cuestiones éticas como el derecho a separarte, la responsabilidad hacia los hijos, la obligación moral hacia un familiar enfermo; o cuestiones existenciales como la elección de un modo auténtico de vivir.
El hecho de que la filosofía se haya desligado de su conexión originaria con la vida concreta de los hombres hace que la opinión general piense que la filosofía no tiene nada que aportar a sus vidas. Esta impresión, sin embargo, es errónea. El Counseling filosófico es un intento por acercar de nuevo la sabiduría filosófica a nuestra vida concreta cotidiana. No se trata, sin embargo, de ofertar recetas filosóficas sobre cómo debemos vivir nuestras vidas, sino de establecer una relación entre el consultor y el consultante que facilite la comprensión de la filosofía implícita en el modo de vida de la persona que solicita este trabajo filosófico.

El counseling filosófico no funciona imponiendo una teoría filosófica como una guía para conducirse en la vida, es decir, no presenta un conjunto de verdades preconcebidas que prescriban un modo específico de vivir, sino que facilita una comprensión filosófica que favorece el crecimiento desde la genuinidad individual del consultante. La relación que se establece es una relación tal que respeta de un modo profundo la particular forma de estar en el mundo del consultante pero que, a su vez, favorece la comprensión de sí mismo y de la visión particular de su mundo.

Os deseo una filosófica semana,

carmen C zanetti
www.carmenzanetti.es


Bibliografía: 
Ran Lahav and María da Venza Tillmanns, ESSAYS ON PHILOSOPHICAL COUNSELING

jueves, 4 de diciembre de 2014

Comenzamos el trabajo práctico

Hola a todos de nuevo.

Esta semana quiero proponeros una cuestión práctica para que vayamos viendo como podemos ir realizando el trabajo de desenmascar algunas de las creencias que hemos ido asumiendo en el pasado y que, sin ser plenamente conscientes de ellas, rigen nuestras reacciones más automatizadas.
Pondré un ejemplo personal. En este caso, se trató de uno de los mandatos que yo había incorporado  y que pude detectar en una de las ocasiones en que me di cuenta de que estaba metida en un estado de actividad frenética que no podía parar.  ¿A alguno de vosotros le suena la frase "Primero la obligación y luego la devoción" o "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy"?

Hace unos meses me vi en la tesitura de tener que vaciar el piso en el que vivía y dejarlo en perfecto estado para ponerlo en alquiler gastando lo mínimo posible. Hice una revisión del trabajo que tenía que llevar a cabo y la lista de asuntos pendientes que surgió fue enorme, así que decidí acometer las tareas poco a poco. Pero sin darme cuenta fui entrando en un estado de actividad y de inquietud interna que hacía que cada día me despertara más temprano, me arremangara y me pusiera manos a la obra: ora pintar, ora limpiar, ora vaciar armarios, ora empaquetar libros... No importaba qué: me despertaba y, sin mediación ninguna. me entregaba a alguna de las tareas de forma mecánica. Ya en la nueva vivienda, "decidí" -o mejor, decidió mi mandato incorporado- aprovechar el impulso de actividad que se había apoderado de mí y entregarme a las nuevas tareas que decidimos que hacían falta realizar. Vivía en un estado de "no poder parar": ora lavar fundas por aquí, ora limpiar, ora pintar, ora ordenar... Tenía la esperanza de que algún día tooodo estaría organizado de modo que ¡por fin! podría dedicarme a lo que realmente quería hacer sin ningún "deberías ocuparte de ..." en mi cabeza que me lo impidiera. Pero antes de que llegara ese momento, mi cuerpo me jugó una mala pasada y sufrí una contractura tal que me hizo parar de inmediato.
En los paseos matutinos de los días siguientes, tuve por fin un espacio para tomar conciencia sobre la manera en que había afrontado las cosas durante las últimas semanas y pude preguntarme sobre el porqué de mi modo de responder a esa circunstancia concreta. Reconocía otros momentos en los que me había ocurrido algo parecido y me pregunté a qué se debía que se desencadenase esa automaticidad en mi respuesta a determinadas situaciones. Pensé sobre ello y me di cuenta de que había asumido la creencia de que antes de poder disfrutar de forma plena de lo que realmente me apetecía o más me interesaba hacer, tenía que haberme ocupado de las obligaciones pendientes. Y tan incorporado tenía ese juicio que ni siquiera era consciente de él: ya sólo operaba activando mi modo automático de entregarme sin mediación a las tareas pendientes, a medida que iba postergando de forma indefinida aquello a lo que me entregaría de lleno una vez finalizadas todas mis obligaciones.

Pero, esta creencia asumida ¿era verdadera? 
¿Había manera de acabar con las cosas pendientes alguna vez?
¿Puedes tener ese control realmente? 
¿No era verdad que siempre surgen nuevas cosas de las que ocuparte? 
¿De dónde venía esa creencia ("Primero la obligación y luego la devoción")? ¿De la sabiduría popular?, ¿Me la habían inculcado mis padres? o ¿En el colegio, quizás?
¿Es más importante la obligación que la devoción realmente? Si es así, ¿De qué tipo de obligaciones hablamos? 
¿Qué placeres voy dejando de lado en el camino? ¿Qué dejo de disfrutar?
 ¿Qué valor le daba a las cosas que iba postergando? En teoría eran las más importantes para mí: de hecho, por eso tenía que tener resueltas todas las demás cosas antes: para poderme entregar sin reservas a ellas. Pero, entonces ¿por qué, si era lo más importante para mí, mi energía, mi tiempo y mi actividad los dedicaba a otras cosas? ¿No había una cierta incoherencia ahí? 

Os propongo la siguiente reflexión: 

Reconozco que hay cosas que digo que son muy importantes para mí -cada cual sabe cuáles son las suyas-: enumero algunas
Y me pregunto: ¿Dedico mi tiempo, mi actividad, mi energía a ellas o las postergo indefinidamente?
¿Puedo discriminar lo urgente de lo importante? ¿Me enredo con lo urgente y no dejo espacio para lo importante?
¿Qué cosas que considero importantes postergo? ¿Por qué motivos? ¿Qué excusas me doy para hacerlo?
¿A qué dedico el tiempo de mi día a día?
¿Esas cosas a las que me dedico son las que yo digo que más valoro? Si no es así, ¿No hay ahí un desajuste? Si lo que digo que más valoro es a lo que menos tiempo dedico, me pregunto entonces ¿Es lo más importante para mí realmente o sólo mantengo de forma teórica que es lo más importante?
¿Qué me impide hacer aquellas cosas que quiero hacer y que digo que son importantes para mí? 
Si detectáis algunas ideas que os surgen acerca de estas cuestiones, podéis revisarlas, cuestionarlas y someterlas a crítica. Si detectáis algún juicio en forma de mandato incorporado, podéis preguntaros:
Este mandato ¿Es mío? 
Si no es mío, ¿De quién es (de mi madre, de mi padre, de mi hermano mayor, del cura...?


Hasta la próxima semana queridos amigos

carmen C zanetti
www.carmenzanetti.es






miércoles, 26 de noviembre de 2014

Vivir a pleno pulmón

Buenos días, queridos seguidores de este blog:

Lo primero que deseo hacer es explicaros que, a pesar del compromiso que deseo mantener de crear una nueva entrada semanal en este blog, a veces ocurren acontecimientos que me dificultan hacerlo. No obstante, salvo circunstancias especiales, como la que sucedió la semana pasada -a causa de una gran tormenta se quemaron muchos de los módems de la zona en la que vivo-, es mi intención seguir dando continuidad a este blog semanalmente.

Abundando en la idea filosófica alumbrada, como vimos ya, en la antigüedad, y que ha centrado mis comentarios anteriores, a saber, que la causa de buena parte de nuestro sufrimiento proviene de creencias falsas o juicios limitados, continuamos dando forma y contenido a este alumbramiento, en el afán de que poco a poco vayamos pudiéndonos acercar a algunas pautas de procedimiento que nos ayuden en la tarea concreta de revisar y modificar algunas de las creencias que limitan nuestra vida y nuestra acción.

A lo largo de nuestro recorrido y fruto de las influencias de nuestro entorno y de nuestras propias experiencias -tanto internas como externas- vamos configurando esquemas cognitivos en función de los cuales interpretamos cada nueva situación a la que nos enfrentamos. Estos esquemas están configurados básicamente por creencias o juicios acerca de nuestra realidad y la realidad del mundo y funcionan a modo de filtros a través de los cuales nos percibimos, percibimos a los demás y al mundo en general. Constituyen, para decirlo en una expresión rogeriana (de Carl Rogers), nuestro marco de referencia interno, un marco constituido con ideas sobre nuestra existencia individual con las que nos sentimos identificados y conformado por juicios sobre el funcionamiento de los demás y del mundo, que rige el modo de enfrentar nuestras relaciones y decisiones.

 Nuestro marco de referencia interno es básicamente nuestro mundo subjetivo, es decir el universo de significaciones que hemos ido dando a las experiencias concretas de nuestra vida (a la luz de la madurez que hemos ido adquiriendo, la información a la que hemos tenido acceso y la influencia de las relaciones mantenidas con las personas significativas de nuestro mundo de relaciones -familiares, educativas, laborales, amistosas, etc.-). La importancia -por ello me detengo en esta idea- de este universo de significados que hemos ido albergando es que, no sólo opera en referencia a nuestras experiencias pasadas, sino que tiene efectos inmediatos, tanto en la interpretación cognoscitiva de nuestras circunstancias presentes como en las emociones psicológicas con las que las vivenciamos. Más aún, también tienen efecto sobre las proyecciones que hacemos hacia el futuro. Utilizando la terminología de Husserl: cada momento presente retiene el pasado y protiene el futuro. 

Esta última idea de la multidimensionalidad del tiempo presente es muy poderosa en el trabajo de revisión y modificación de los juicios que contornean el perímetro de nuestra filosofía de vida, ya que, si bien gran parte de nuestras creencias limitadas -y el sufrimiento implícito que albergan- provienen de asunciones del pasado no revisadas de modo conveniente, la buena noticia es que la reflexión sistemática sobre estas ideas incorporadas y su pertinaz cuestionamiento serán capaces, en el mejor de los casos, de iluminar la irracionalidad de su fundamentación y de alumbrar ideas novedosas que modifiquen nuestra visión del futuro. Estas nuevas ideas alumbradas de forma personal van a ir conformando poco a poco una nueva visión que nos permita interpretar las circunstancias de nuestra existencia  de vida con una luz menos contaminada de presupuestos no revisados y que hemos ido tomando prestados o que nos han sido infundidos (y no hemos cuestionado posteriormente) por otros -padres, profesores, ideologías políticas, religiosas, etc.- Es decir, nos iremos acercando a una filosofía de vida propia que nos permita vivir en un nivel de mayor autenticidad.

El trabajo, en una primera instancia, pues, quizás sea un trabajo de alzado de alfombra y de revisión y limpieza de todo aquello que, sin ser plenamente conscientes de ello, se  ha filtrado bajo ella. Es como si hubiéramos respirado un aire contaminado -una contaminación inevitable, sin embargo- cuyas partículas contaminadas se hubieran ido adhiriendo a las paredes de nuestros pulmones. Seguiríamos respirando sin más, y, a no ser que la funcionalidad de nuestros pulmones se viera afectada en un grado tal que sintiéramos sus efectos de forma directa, continuaríamos respirando sin la conciencia de la limitación y el constreñimiento de nuestra capacidad pulmonar (y, lo que es aún peor, sin la conciencia de sus posibles repercusiones en el funcionamiento de otros órganos interconectados).  


Queridos amigos, gracias por acompañarme es mis reflexiones. 

Hasta la próxima semana,

carmen C zanetti
www,carmenzanetti.es






















martes, 11 de noviembre de 2014

El corazón tiene razones que la razón puede entender

Buenos días queridos amigos de este blog:


Hoy os propongo hablar de la relación entre pensamiento y emoción, con el fin de que vayamos introduciéndonos en el conocimiento de las causas que, de un modo no consciente, provocan respuestas emocionales que nos hacen sufrir inútil e innecesariamente.

Cuando sentimos una emoción se producen reacciones corporales y anímicas que de forma inmediata se traducen en estados afectivos de tonalidades distintas que solemos denominar en términos de alegría, tristeza, euforia, desánimo, etc. Este correlato corporal y afectivo de las emociones nos ha inducido a pensar -de forma equivocada- que nuestro mundo emocional tiene un funcionamiento independiente de nuestro mundo de pensamientos.  Nuestro famoso dicho El corazón tiene razones que la razón no entiende, lo corrobora.

Hoy la investigación neurocientífica ha demostrado lo contrario: ha podido comprobar cómo, dependiendo del tipo de  pensamientos que albergamos en nuestra mente -optimistas o pesimistas, por ejemplo-, o de la cualidad de los estímulos externos a los que nos exponemos -como un bello paisaje o una escena de violencia-, se activan zonas cerebrales distintas y como éstas, a su vez, segregan sustancias químicas que tienen un correlato corporal de placer o displacer de gradación diferente.

Tanto los descubrimientos científicos como algunas de las terapias cognitivas actuales comprueban lo que algunos de los filósofos de la antigüedad ya sabían: que una buena parte de nuestro sufrimiento y nuestra infelicidad está fundada en creencias falaces o ideas irracionales.

El propio Albert Ellis reconoce que "Muchos de los principios incorporados a la teoría de la psicoterapia racional emotiva no son nuevos; algunos de ellos de hecho los enunciaron por primera vez los filósofos griegos, estoicos romanos (como Epicteto y Marco Aurelio) y algunos pensadores del antiguo budismo o taoísmo, hace miles de años."

La idea básica sobre la que se sostiene esta terapia es que gran parte de nuestras perturbaciones emocionales tienen como causa pensamientos ilógicos, irracionales o limitados sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre la realidad y que  podemos liberarnos de buena parte de nuestro sufrimiento psicológico y emocional sometiendo a diálogo, discusión y crítica los pensamientos y las creencias sobre las que se sostiene nuestro modo de funcionar en el mundo, es decir, nuestra filosofía personal. Es decir, "los fundamentos teóricos de esta terapia se basan en el presupuesto de que la emoción y el pensamiento humanos no son dos procesos dispares o diferentes, sino que tienen coincidencias significativas." (Albert Ellis: Razón y Emoción en psicoterapia)

Nuestro reto, entonces, (en consonancia a lo que hemos venido planteando hasta este momento: la filosofía como arte de vivir y su utilidad práctica como disolvente de buena parte del sufrimiento inútil y evitable), será sacar a la luz los pensamientos que hemos ido incorporando a lo largo de nuestro recorrido vital, producto de las influencias familiares, sociales, educativas, religiosas y culturales y que están operando, de modo inconsciente y automático, como activadoras de nuestras motivaciones, frustraciones, culpabilidad, ansiedad, angustia, estrés, etc., para cuestionarlas y someterlas al juicio y crítica de la razón.

Nuestra mente es mucho más sugestionable de lo que nos creemos, de modo que, aunque creamos que obramos y decidimos de forma libre, gran parte de nuestras respuestas emocionales obedecen a creencias y supuestos que hemos ido albergando a partir de experiencias pasadas, informaciones no contrastadas, o creencias infundadas que hemos inoculado y que sostenemos de un modo más o menos consciente cada día al enfrentarnos a los retos, decisiones u obstáculos de nuestra vida cotidiana y nuestro mundo de relaciones laborales, sociales y familiares.

La buena noticia es que, en la medida en que podamos ir cobrando mayor conciencia sobre los supuestos y prejuicios que conforman nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos, mayor posibilidad tendremos de darnos cuenta de las experiencias significativas que han influido en la configuración de muestro marco de referencia interna (el marco de interpretación de nuestra realidad) y que de un modo u otro han ido configurando nuestras creencias, de modo que podamos desechar aquellas, que, una vez comprendidas y expuestas a la luz de nuestro criterio racional, no nos sirven más.


El camino del autoconocimiento nos reta de forma incesante, por eso es tan apasionante.

Hasta nuestra próxima cita,

www.carmenzanetti.es












miércoles, 5 de noviembre de 2014

Liberarnos de las creencias irracionales

Hola a todos:

Este nuevo miércoles de encuentro, quisiera continuar un poco más con el pensamiento de Epicuro, en concreto para detenernos en dos de las ideas que considero importantes para el propósito de nuestras reflexiones: 

            - La universalidad de la filosofía y
- La subordinación del conocimiento al propósito último de los hombres: una vida feliz (más adelante quizás podamos reflexionar sobre el significado filosófico de felicidad).

En cuanto a la primera idea, La Carta a Meneceo de Epicuro se abre con un llamamiento al cultivo universal de la filosofía, fundado en la relación indisociable entre filosofía y felicidad: Que nadie, por joven, tarde en filosofar, ni, por viejo, de filosofar se canse. Pues para nadie es demasiado pronto ni demasiado tarde en lo que atañe a la salud de su alma. La filosofía, nos dice Epicuro, sirve a todos; lejos de estar reservada a una élite de académicos que se expresan en un lenguaje inaccesible al común de los mortales, la filosofía, si es verdadera filosofía, ha de cumplir un papel eminentemente práctico que sirva a todos los hombres y mujeres, de cualquier edad y condición. Las preguntas importantes que atañen a la vida nos conciernen a todos y desde la infancia hasta el final de nuestros días podemos ejercitar el sano hábito de cuestionarnos acerca del mundo y acerca de nuestro modo de vida y la filosofía implícita sobre la que se asienta. A lo largo de la vida vamos modificando y ampliando nuestra conciencia al intentar dar respuesta a las preguntas radicales que conciernen a nuestra vida y a la realidad a la que pertenecemos y la filosofía y la sabiduría acumulada durante siglos nos ayuda en este camino de conocimiento y de autoconocimiento.

Respecto a la segunda idea, la subordinación del conocimiento a la finalidad de todo individuo: la eudaimonía, decir que esta idea, en ningún caso significa un menosprecio del estudio y la investigación de la realidad; de hecho, para que se produzca la liberación filosófica es necesario el conocimiento científico pues para Epicuro sólo el conocimiento real de la Naturaleza nos garantiza la auténtica serenidad de ánimo, la ataraxía. Es necesario, entonces,  para alcanzar la felicidad, el conocimiento de las causas reales de las cosas pues este conocimiento es el que libera al estudioso de los fantasmas irracionales, de las creencias angustiosas y de las esperanzas vanas. En resumen, podríamos decir que el epicureísmo no rechaza la theoría; antes bien, la ejerce de forma dogmática y sistemáticamente, pero este ejercicio se desprende, no de una sobrevaloración del celo teorético, no de un afán por la investigación y la especulación emprendidas por mor de sí mismas, sino de la exigencia de la vida misma en orden a su plenitud. 

Seguiremos ahondando en las próximas semanas en la reflexión sobre nuestra filosofía personal de vida, es decir, sobre las creencias implícitas que guían nuestras acciones y elecciones en la vida cotidiana; reflexionaremos sobre las emociones que esas creencias nos producen; intentaremos ver cómo de la interpretación de una determinada realidad o situación se sigue de forma necesaria una manera de actuar e intentaremos dilucidar la idoneidad o falsedad de los juicios que realizamos (seamos conscientes de ellos o no) cuando nos relacionamos con el mundo, con los demás y con nosotros mismos, en un afán por descubrir si podemos liberarnos poco a poco de nuestros fantasmas irracionales, de nuestras emociones angustiosas y de nuestros vanos deseos y esperanzas hueras. 

Que tengáis una semana libre de fantasmas irracionales,


carmen zanetti
www.carmenzanetti.es


miércoles, 22 de octubre de 2014

EPICURO: La filosofía como terapia del alma

Buenos días a todos:


Hoy quiero compartir con todos vosotros, de la mano de Epicuro y la filósofa contemporánea Martha Nussbaum,  la concepción de la filosofía como terapia del alma.


Aunque la práctica contemporánea de la consulta filosófica parezca novedosa, el uso de la analogía médica y del lenguaje de la enfermedad y la curación aplicado a la disciplina filosófica estaba muy extendido en la Antigüedad. Medicina y filosofía eran en la antigüedad medios para lograr el mismo fin, una vida libre de penas y enfermedades, artes prácticas cuya función será la curación de las enfermedades del cuerpo y los sufrimientos del alma respectivamente. El olvido de este periodo en la enseñanza de los clásicos proyecta una imagen distorsionada de la tradición filosófica y nos priva de argumentos filosóficos altamente clarificadores.


1. Para Epicuro, de la misma manera que de nada sirve un arte médico que no erradique la enfermedad de los cuerpos, tampoco hay utilidad ninguna en la filosofía si no erradica el sufrimiento del alma. La comparación de la filosofía con la medicina refleja la condición de ser una ciencia al servicio de la vida del individuo

Vana es la palabra de aquel filósofo que no remedia ninguna dolencia del hombre. Pues así como ningún beneficio hay de la medicina que no expulsa las enfermedades del cuerpo, tampoco lo hay de la filosofía, si no expulsa la dolencia del alma.

La filosofía bien entendida, entonces, no es sino el arte de vivir (téchne bíou), produciéndose un amplio y profundo acuerdo durante este período helenístico y romano en que la motivación fundamental del filosofar  es la perentoriedad de aliviar el sufrimiento humano, y su objetivo la eudaimonía, el florecimiento humano. Se deduce de este posicionamiento un compromiso de toda filosofía ética médica con la acción, pues el descubrimiento de lo que los seres humanos adolecen y de lo que necesitan es el preludio inseparable del intento de sanarlos y darles lo que necesitan. La analogía médica expresa este compromiso. 

           2. Para Epicuro, la creencia falsa es la raíz de toda dolencia, por lo que el arte curativo debe ser un arte del razonamiento capaz de enfrentarse a la falsa creencia y vencerla. Este arte  es para Epicuro la filosofía convenientemente entendida. Por eso Epicuro se compromete con la misión de asegurar la buena vida a todos y cada uno de los individuos: no sólo a los nobles, sino a los campesinos, las mujeres, los esclavos, incluso los analfabetos. La única misión propia de la filosofía es la curación de las almas, por lo que los argumentos destinados a otros fines se considerarán hueros. Un argumento válido, simple, elegante, pero no eficaz causalmente no tiene más utilidad en filosofía de la que un medicamento de bello colorido y buen olor, pero ineficaz, tiene en medicina[1]

La misión, pues, de los argumentos de la filosofía epicúrea es, ante todo,  la de actuar momo causas del buen vivir[2], siendo uno de los rasgos que caracterizan la filosofía de Epicuro, entonces, su finalidad práctica. Por tanto, para Epicuro la valoración de cada rama de la filosofía ha de hacerse teniendo en cuenta su contribución a la práctica, ya que si no contribuye a esta finalidad será vana e inútil.

Queridos amigos, el próximo miércoles volveré a estar con vosotros.
Saludos a todos y que tengáis una epicúrea semana.

Carmen Zanetti
www.carmenzanetti.es








[1] Nussbaum, La terapia del deseo, pag. 160
[2] Ibid
 







miércoles, 15 de octubre de 2014

La utilidad de la filosofía

Buenos días:

Me llamo Carmen y he creado este blog con la intención crear un espacio abierto a todos aquellos que os sintáis atraídos por la filosofía, en especial, por la filosofía entendida como "terapia del alma", como un saber que ilumina el arte de vivir plenamente la máxima expresión de lo que somos. Se trata de un espacio para todos los que compartís conmigo la philía por un saber que, desde sus comienzos, intenta responder a las cuestiones más radicales de nuestra vida y que favorece la iluminación de las sombras que acompañan mucho de nuestro sufrimiento cotidiano.
Cuando decidí matricularme en la Universidad para cursar la Licenciatura de Filosofía, mi entorno más cercano reaccionó, en general, cuestionando mi elección: “¿Filosofía?", dijeron. Constaté un descrédito generalizado hacia cualquier expectativa de utilidad de aquella nueva aventura que ya estaba decidida a comenzar. Si no me iba a ser útil en ningún sentido, entonces ¿Para qué me iba a embarcar en un camino de tantos años de estudio y esfuerzo? Sus comentarios llevaban implícita una afirmación que sólo mi hijo se atrevió a enunciar con radicalidad el día que le comuniqué mi decisión de matricularme en la universidad para comenzar la Licenciatura de Filosofía: "Haz lo que quieras madre, me dijo, pero que sepas que estudiar filosofía no te va a servir para nada; vas a perder el tiempo  y ¡el dinero!" 
Evidentemente yo tenía otras expectativas: ¿Cómo podía ser que la filosofía no pudiera ser de alguna utilidad para mi vida? La sentencia “Conócete a ti mismo”, ¿no era, acaso una sentencia filosófica? ¿Sería posible que la Filosofía no sirviera para aquello que ella misma alentaba desde tan antiguo?
Pierre Hadot hace de esta necesidad de mostrar a las personas la utilidad de lo inútil una tarea filosófica. Pero para llevar a cabo esta tarea, el filósofo francés repara primero en la necesidad de diferenciar entre dos sentidos distintos del término utilidad: la utilidad para acometer algún fin concreto y la utilidad entendida como proveedora de una sabiduría que le sirve al hombre, en tanto que hombre, es decir, como ser existente y pensante. ¿Es lícito, entonces considerar útil sólo aquello que sirve a determinados fines concretos y materiales? Si aceptamos como verdadera esta definición limitada de lo que es útil, entonces quizás tienen razón todos aquellos que piensan que la filósofía es un lujo, es decir, algo costoso e inútil.
La propuesta de este blog tiene que ver con esta tarea de demostrar que la filosofía, lejos de ser inútil es el más útil de los saberes. 
Escribiré una entrada semanal, de la mano de algunos de los filósofos que han tenido más relevancia o han ejercido mayor influencia en la reflexión y comprensión sobre algunos ámbitos o aspectos de mi propia vida. De este modo intentaré hacer aportaciones que sean de alguna utilidad en las vidas cotidianas de aquellos que decidáis haceros seguidores de este blog.

Hasta el próximo miércoles,

Carmen
www.carmenzanetti.es








miércoles, 8 de octubre de 2014

Evitar el sufrimiento inútil

Adquirir una conciencia más amplia sobre quiénes somos o creemos ser, sobre cómo nos relacionamos con los demás, sobre qué nos mueve a vivir como lo hacemos, qué cosas evitamos y cuáles deseamos, reconocer cuál es la naturaleza de nuestros conflictos, saber qué sentido le damos a lo que hacemos, qué valores hay en juego cuando tomamos decisiones, etc., puede ayudarnos a evitar gran parte de nuestro sufrimiento cotidiano.
Nuestro malestar, nuestra insatisfacción, los conflictos que vivimos en nuestras relaciones personales, una crisis vital o existencial, una decisión trascendental, etc. Cada una de estas experiencias puede ser una puerta de entrada hacia el inicio de una indagación filosófica que aporte claridad sobre la naturaleza profunda de las trabas con las que tropezamos diariamente y que tanto nos perturban. 
Modificar nuestro nivel de conciencia sobre los problemas que impiden que afrontemos nuestro día a día con un ánimo sereno, nos ayuda a que, poco a poco,  vayamos desenredando el entramado de inconsistencias que hay detrás de nuestras acciones.
El propósito de la consulta filosófica es ampliar nuestro foco, la adquisición de una mirada más amplia y elevada hacia lo que nos acontece para que vayan saliendo a la luz  las creencias que sostienen nuestra filosofía de vida personal, las motivaciones que guían las decisiones que tomamos y las actitudes con la que afrontamos las vicisitudes de nuestra vida.  Descubrir la falsedad de las creencias limitadas que están detrás de nuestras conductas y liberarse de las emociones y el sufrimiento que generan, hace posible que, de forma paulatina, nos vayamos desembarazando de buena parte de nuestros tormentos, y permite que, poco a poco, dirijamos nuestra mirada hacia una vida más auténtica, menos constreñida y más libre y creativa.

Carmen Zanetti
www.carmenzanetti.es