El domingo 28 de febrero nos volvemos a dar cita en el Mercado de la Tía Ni (Sabarís). Disfruta de una cálida tarde de domingo entre amigos y comparte con nosotros tu visión y tus experiencias. Acércate y comparte una taza de café (¡o de chocolate!) con nosotros.
La consulta filosófica es una nueva práctica en la que, a través de un diálogo mayéutico facilitado por un filósofo profesional, el consultante puede ir revisando y, en su caso, cuestionando los postulados de su propia filosofía de vida. El propósito es que el consultante descubra sus propias verdades y la finalidad, la autonomía y la congruencia personal del consultante, es decir, su autenticidad. La tarea del filósofo: la de facilitar este camino de autoindagación y autoconocimiento.
sábado, 27 de febrero de 2016
domingo, 14 de febrero de 2016
Por muy rápido que corras
Tus límites son tu búsqueda
Por muy rápido que corras
tu sombra no solo te sigue siempre
sino que, a veces, ¡Se te adelanta!
Solo el pleno sol sobre la vertical
te reduce la sombra.
¡Pero esa sombra también
te hace un servicio!
te reduce la sombra.
¡Pero esa sombra también
te hace un servicio!
Lo que te duele, te bendice.
La oscuridad es tu candela.
Tus límites son tu búsqueda (Rumi)
La oscuridad es tu candela.
Tus límites son tu búsqueda (Rumi)
Cada uno de los acontecimientos que vivimos, cada experiencia, cada conflicto, cada deseo, cada decisión, cada emoción puede servirnos para entrenar nuestra práctica filosófica y avanzar en el camino del autoconocimiento.
¿Cómo? Preguntándonos acerca de lo que experimentamos y respondiéndonos con la mayor honestidad posible.
Imaginemos una situación que de forma repetida en mi vida “me saca de mis casillas”, es decir me lleve a reaccionar de una forma desproporcionada (cada uno puede hacer el ejercicio con una situación que le resulte familiar).
Por ejemplo: Si mi hijo, mayor de edad, me dice que quiere dejar los estudios, o estudiar algo con lo que yo no estoy de acuerdo, puede pasar que, de inmediato y de forma reactiva, mi personaje furibundo se apodere de mí por completo. Si esto ocurre, el personaje, actuando a través de mí, dominará mi reacción de modo inconsciente y automático: convertido ahora en actor, y absolutamente identificado con el personaje iracundo que se ha adueñado de mí, dramatizaré una escena que puede adoptar diversas formas y que todos podemos imaginar.
Pero, la situación de nuestro ejemplo (u otra semejante) la podemos interpretar de distintos modos. Veamos tres formas básicas:
- Pensando que este nuevo problema en mi vida es el causante de mi intranquilidad, en la forma que ésta adopte: enfado, ira… Es decir, interpretando que es el acontecimiento externo el que genera mi sufrimiento.
- Culpando a mi hijo, o a su forma de ser, de mi infelicidad, de mi falta de paz o de mi sufrimiento. De nuevo, interpretando que es el otro el que causa en mí infelicidad, intranquilidad, ira…
- Preguntándome acerca de lo que hay detrás de mi sobrerreacción; es decir, cuestionándome qué hay mío en juego en el hecho de que mi hijo tome un camino que a mí no me parece adecuado, seguro, exitoso… Es decir, haciéndome cargo de mis emociones y de las creencias que las sustentan sin proyectar mis temores, mis dudas, mi desconfianza, o mi propia infelicidad en el otro (en este caso, sobre mi hijo).
Dependiendo de mi modo de interpretar la situación en el ejemplo que estamos examinando, mis respuestas podrían tender:
- A intentar modificar la situación o simplemente a instalarme en la queja, sintiéndome impotente y enojado con el mundo y con los demás. Entonces podrían aparecer algunas creencias como, “esto que ocurre es terrible”,“no es justo que …”, etc.
- A querer cambiar a mi hijo y controlar sus decisiones para que se ajusten a lo que yo considero que es mejor para él (y para mi tranquilidad). Las creencias, en este caso, podrían ser del tipo “debería ser más sensato”, “no tiene ni idea de lo que es la vida”, “debería poner los pies sobre la tierra”, “se va a estrellar”…
- A hacerme cargo de mis representaciones sobre esa situación y cuestionarlas, es decir: a mirar detenidamente las emociones que esa situación genera en mí, y a cuestionarme las creencias que están implícitas en mi reacción desproporcionada, como por ejemplo, “yo sé lo que es mejor para mi hijo (sé cuál es el bien del otro)”, “sería terrible que tomara un camino equivocado”, etc.
En resumen, si opto por proyectar fuera la causa de mi infelicidad, intentaré, de algún modo, controlar bien el acontecimiento externo (la situación), bien a los demás para que yo me pueda sentir en paz. Pero, probablemente, no conseguiré lo que deseo, pues el exterior se resistirá, de alguna manera, a ser “corregido” para que encaje en la forma concreta que yo considero que es la correcta. Si sucede algo así, entonces convertiré la oportunidad que me ofrece el desafío inicial (mirar qué señala esta situación que vivo acerca de mí mismo) en un conflicto al que agregaré tensión y sufrimiento.Pero si opto por examinar el fondo de lo que siento ante lo que acontece, tendré la posibilidad de iluminar alguna de mis sombras y de revisar alguna de las creencias limitadas que están operando en mí. Y mi búsquedacontinuará.
“Lo que en verdad nos espanta y desalienta no son los acontecimientos exteriores por sí mismos, sino la manera en que pensamos acerca de ellos. No son las cosas lo que nos trastorna, sino nuestra interpretación de su significado” (Epicteto)
Leer más en Homonosapiens| ¿Dónde buscaremos la felicidad?, El fármaco de cuádruple acción de Epicuro
CATEGORIES: FILOSÓFICAMENTE
TAGS: AUTOCONOCIMIENTO, CONFLICTOS,EPICTETO, FELICIDAD, FILOSOFÍA, FILOSOFÍA PRÁCTICA,LIMITES, PENSAR, RUMI
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Carmen Zanetti Dueñas
Carmen Zanetti es Counselor (Consultora psicológica) especializada con un Postgrado en Desarrollo Personal y Licenciada en Filosofía. Trabaja en consultas -presenciales y online- de Counseling y Asesoramiento filosófico y actualmente modera un Ciclo de Cafés filosóficos en Galicia (Val Miñor) También imparte cursos y talleres sobre Counseling, Escucha y Filosofía para la vida www.carmenzanetti.es
www.tomarselavidaconfilosofia.blogspot.com.es
jueves, 4 de febrero de 2016
La melodía de nuestro último Café filosófico
El origen de nuestras creencias
Este fue el tema que nos reunió el pasado domingo 31 de enero a todos aquellos que nos sentimos convocados a encontrarnos y dialogar entre amigos en el Mercado de la Tía Ni. Y estas fueron algunas de las ideas que compartimos acerca de un tema tan interesante y tan actual como el de nuestras creencias.
Comenzamos leyendo un pequeño texto de Inmanuel Kant de su libro Respuesta a la pregunta: ¿qué es la ilustración?
"La ilustración es la salida del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. La minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin verse guiado por algún otro. Uno mismo es culpable de esa minoría de edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para servirse por sí mismo de él sin la guía de otro. Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí el lema de la ilustración."
Y leímos también un texto de Anguttara Nikaya:
"No creáis en nada simplemente porque lo diga la tradición, ni siquiera aunque muchas generaciones de personas nacidas en muchos lugares hayan creído en ello durante muchos siglos. No creáis en nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo creen. No creáis en nada sólo porque así lo hayan creído los sabios en otras épocas. No creáis en lo que vuestra propia imaginación os propone cayendo en la trampa de pensar que Dios os inspira. No creáis en lo que dicen las sagradas escrituras sólo porque ellas lo digan. No creáis a los sacerdotes ni a ningún otro ser humano. Creed únicamente en lo que vosotros mismos habéis experimentado, verificado y aceptado después de someterlo al dictamen de la razón y a la voz de la conciencia".
Comenzamos nuestro diálogo y surgieron sus primeras voces:
Todos estuvimos de acuerdo en asentir a la idea de que durante las primeras etapas de nuestro desarrollo, la influencia de nuestro entorno familiar, educacional, cultural, social y religioso es determinante en cuanto a la conformación de nuestras creencias.
Y llegó la primera pregunta:
¿Son imborrables nuestras creencias más arraigadas?
"El hombre es lo que es en los primeros años de su vida"
"La infancia es la patria del hombre"
"La infancia es muy condicionante"
Y una voz sugirió:
"¡Eso también es una creencia!"
(Me entusiasma escuchar la variedad de notas que tejen la música de nuestros diálogos)
Y, entonces, fuimos a parar a otro cuestionamiento que nos hacía retrotraernos un poco más: ¿Venimos al mundo como una "tabula rasa" (Locke) o nuestra herencia biológica lleva impresas ya algunas de esas ideas a las que asentimos?
"Hay creencias atávicas"
"Hay teorías que sugieren que heredamos algunos patrones de las generaciones que nos preceden"
Entonces, nos deslizamos hacia el cuestionamiento de las creencias que absorbemos de nuestro entorno (familiar, mediático...):
"Hay un momento en el que ya no somos tan influenciables y comenzamos a deshacernos de algunas de nuestras creencias"
"Algunas de las creencias que sostenemos nos limitan"
"Son muletillas que nos sirven durante un tiempo"
"En verdad, no vivimos la realidad, sino una valoración de ella"
"En ocasiones, situaciones límite nos hacen cambiar de forma radical nuestras creencias"
Más tarde, intentamos movernos un poco más allá, ¿Tenemos la capacidad de desembarazaros de ellas realmente?
"Podemos pero requiere mucho trabajo personal"
"A veces, buscamos ayuda justamente para poder modificar algunas de las creencias que están limitando nuestra vida"
"No hace falta pedir ayuda. Un amigo puede servirte"
E intentamos recalar en esta idea preguntándonos acerca de ella:
¿Cualquiera puede facilitar el cuestionamiento y la comprensión en el otro? ¿Se puede facilitar que otro vea con claridad algo que tú mismo no has visto previamente?
"Sí. Aunque algo sea difícil llevarlo a cabo en mi propia vida puedo verlo con claridad en la vida del otro cuando me lo plantea y ayudarle con mis respuestas"
Sin duda un tema al que volver y revisar detenidamente.
Y retomamos. Parecía claro, entonces, que muchas de las ideas que asumimos provienen del exterior: de nuestro contexto social y cultural. Aunque constatamos que la influencia no era la misma en todos los niños. El asentimiento interno a esas creencias que proviene del exterior ejerce una influencia variable:
"Yo también crecí en una familia religiosa pero nunca me creí lo que me decían acerca de eso. Sin embargo creí otras ideas fantásticas que no tenían que ver con lo religioso hasta que me di cuenta de que no podía encontrar ninguna evidencia que las confirmara".
Más adelante, remamos un poco, cómo no, por el mar de las creencias políticas:
"Asentimos a lugares comunes sin intentar comprender:
Los unos son unos fanáticos, los de derechas unos corruptos, los de izquierdas no sé qué cosa...
Pero no nos sentamos a dialogar en el intento de comprender el origen que hay detrás de esas ideas, no nos preguntamos cómo los otros han llegado ahí, por qué creen lo que creen y nos negamos el encuentro con ellos, con los que piensan distinto, con las miradas "erradas".
"En el fondo, detrás de nuestras creencias hay siempre un interés"
"Cuando una ideología tiene éxito es porque beneficia a muchos"
-"Necesitamos creencias para orientar nuestra acción"
-"Eso es lo que nos pasa en realidad, creamos un ego y lo vamos cambiando por otro en una sucesión de egos hasta su disolución"
-"En todo caso, es preciso diferenciar entre las creencias que simplemente pensamos y aquellas de las que tenemos una confirmación por alguna experiencia, y que llamamos certeza".
-"No podemos vivir cuestionando todo, en una incertidumbre permanente"
-"O sí. Al menos como posibilidad lo podríamos contemplar"
Esa sería la postura de los escépticos ¿no?: Como no podemos tener ninguna certeza, suspendo todo juicio acerca de la realidad.
- Pero... no se puede vivir así.
- ¿O sí?. ESO TAMBIÉN ES UNA CREENCIA...
Un diálogo inconcluso que generó un encuentro de amigos que se hacen preguntas y que compusieron una melodía coral de voces distintas entonando y ensayando la música de la filosofía.
Gracias Nieves por el café y el riquísimo chocolate que preparaste para nosotros. Gracias por crear siempre una sala nueva para cada uno de nuestros encuentros. No saber cómo estará dispuesto todo ese día para nosotros, si las sillas sobrarán o faltarán cómo habrás articulado los muebles, cómo estará dispuesta la mesa de la merienda, qué colores pintarán las mesas de la sala... Es un privilegio contar con este espacio que nos acoge con tanto cariño cada mes.
Gracias a todos. A los incondicionales y también a los que os animásteis por primera vez. No olvidéis que nos reunimos de nuevo el 28 de Febrero.
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