martes, 21 de julio de 2015

La autoestima y la vida consciente


La única fuente de la autoestima es y sólo puede ser interna


Esta semana, leyendo un libro sobre la autoestima, encontré algunas reflexiones de interés que quiero compartir hoy con vosotros.

En general, tenemos una idea más o menos clara acerca de las personas que tienen una baja autoestima o un sentimiento de poca valía personal: las reconocemos por sus actitudes y sus actos. 
Pero, N. Branden, explica que lo decisivo en relación con la estima de uno mismo son los procesos internos y que, de hecho, las bases de una autoestima sólida son todas operaciones de la consciencia. De hecho, Branden explica que no es posible trabajar de forma directa sobre la autoestima ya que ésta es siempre el producto de una serie de prácticas internas que nos anima a realizar.

La primera de estas prácticas es la de vivir de forma consciente, es decir, despiertos. La decisión de vivir conscientes o evitar hacerlo, de buscar la verdad o huir de ella, de vivir centrados o alienados, es una decisión que está a nuestro alcance. 

Pero, ¿Qué quiere decir vivir de forma consciente? Fundamentalmente tiene que ver con un reconocimiento y un compromiso con la realidad tal y como es: Lo que yo percibo, lo que interpreto que algo significa y cómo me siento en relación a ello son tres cuestiones independientes (aunque la segunda y la tercera van de la mano). Si no distingo entre ellas, mi arraigo en la realidad pierde pie y pierde pie mi eficacia personal, explica Branden.

Vivir de forma consciente, entonces, tiene que ver con la preocupación por distinguir entre los hechos, las interpretaciones que hago acerca de ellos y las emociones que acompañan a esas valoraciones. Por ejemplo: Si llego a casa y percibo un gesto tenso en el rostro de mi marido/pareja/mujer..., puedo interpretar que está enfadado/a conmigo. Entonces, quizás me sienta mal; puedo pensar que no merezco ser tratado/a así, y entonces, me pongo a la defensiva iniciando un círculo de distanciamiento entre los dos. Pero en realidad, la interpretación que hice sobre los hechos puede ser correcta o incorrecta -puede incluso estar lejísimos de lo que en verdad sucede-. Si mi interpretación es incorrecta, entonces lo que siento no es acertado. El problema es que una vez que alimento la emoción que siento con un diálogo interior incorrecto acerca de un hecho, puedo llegar a confundir mis sentimientos con la realidad.

Cuando vivimos conscientemente, dice Branden no confundimos lo subjetivo con lo objetivo ni imaginamos que nuestros sentimientos son una guía infalible a la verdad

Es  muy muy frecuente que nuestra mente se desboque de forma automática ante algún hecho y comience a enredarse en una serie circular de juicios de valor acerca de él. Pero en realidad, lo único probado es el hecho en sí -en el ejemplo anterior, el gesto tenso de la persona que estaba en casa-; el resto, es lo que mi mente agrega acerca de ello, y estos pensamientos pueden ser racionales o irracionales, pueden ser juicios de valor acertados o erróneos. En cualquier caso, estos pensamientos, explica Branden, dicen más sobre mí que sobre la realidad exterior. Estar atentos a las interpretaciones que hacemos sobre los hechos de nuestra vida, y ser conscientes de que son esas interpretaciones las que, en muchas ocasiones, nos producen las emociones que sentimos  -y no los hechos reales-, es una buena práctica para vivir de modo más consciente.

N. Branden también enumera algunos aspectos relevantes ligados al hecho de vivir conscientemente. Uno de ellos, es el de mantener la mente activa, es decir la decisión de buscar una mayor conciencia sobre aquello que nos acontece, la decisión de pensar y reflexionar acerca de ello de forma honesta, y la búsqueda de claridad, comprensión y conocimiento. En resumen, se trata de la decisión firme de guiar mi vida por la comprensión más amplia y clara de que soy capaz, independientemente del nivel en el que me encuentre en un momento dado. Se trata de estar atentos a todo lo que acontece en nuestras vidas y de estar abiertos a nuevas comprensiones; se trata de tener la actitud de poner a prueba los supuestos que me guían en cada momento para poder, en su caso, modificarlos y cambiar aquellos aspectos de mi vida que sea necesario corregir. 

Mantener la mente activa implica no rehuir los hechos importantes, es decir, una actitud de responsabilidad, sin caer en la tentación de dejar que los demás -familia, sociedad, religión, etc.- tomen las decisiones por mí. 

El tema del sentimiento de la valía personal es un asunto complejo y que nos toca de alguna manera a todos, así que si os interesa podremos ir profundizando un poco más en este tema.

Hasta la próxima semana,

carmen C zanetti
www.carmenzanetti.es


Bibliografía:
Branden Nathaniel, Los seis pilares de la autoestima


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