lunes, 27 de abril de 2015

Pistoletazo de salida: ¿Qué significa tener una filosofía de vida?


El domingo pasado inauguramos nuestro primer Café filosófico en el Val Miñor y hoy quiero dar cuenta de la excelente respuesta que tuvo la convocatoria.
Prueba de que la filosofía sigue estando viva -quizás más viva que nunca-, acudieron a la cita muchas más personas de las que en un principio habíamos imaginado. Vuelvo, desde aquí, a dar las gracias a todos aquellos que mostraron interés y que se acercaron para participar de nuestra primera experiencia.

El primer arranque no fue perfecto pero sí muy ilustrativo e interesante y espero que, también, entretenido para todos. 

Por ser el primer encuentro de este Ciclo de Cafés Filosóficos, al que ya hemos dado el pistoletazo de salida, me pareció conveniente hacer una pequeña introducción explicativa, tras la cual lancé la pregunta que había preparado para nuestra primera reunión:

"¿Qué es tener una Filosofía de Vida?"

Comenzamos por apuntar la relación entre la filosofía de vida con la búsqueda de la felicidad. Después continuamos el diálogo y señalamos la conexión entre la filosofía de vida y la respuesta intuitiva a las dos grandes preguntas ¿De dónde venimos? y ¿Hacia donde vamos?  
Y desde las grandes preguntas caminamos  hacia la importancia de las pequeñas cosas. La filosofía de vida, se dijo, tiene que ver con saber disfrutar de los pequeños momentos y de las pequeñas cosas. Quizás, se expresó en otro momento, no se trate tanto de la búsqueda de felicidad como de encontrar una manera de pensar que nos permita estar a gusto con nosotros mismos y con los demás.
Un poco más adelante, surgió un nuevo matiz, a saber, la filosofía de vida tiene que ver con buscar pautas para que los acontecimientos no marquen nuestro paso por la vida. Se trata de llevar las riendas de tu vida, vivir con intensidad, sacudirse la pereza y protagonizar nuestra vida. Tener una filosofía de vida implica no dejarse llevar por la vida, por la pereza, por el pasotismo... sino vivir según tus propias convicciones. 
Y esta aportación dio lugar a una nueva afirmación: pues, últimamente,  mi filosofía de vida es dejarme llevar.

Una contraposición, al menos aparente, acerca de lo que implica tener una filosofía de vida: dejarme llevar, ser el artífice de mi vida...
Entonces creí oportuno lanzar una pregunta: Para tener una filosofía de vida propia ¿es necesario cuestionarse a sí mismo, hacerse preguntas sobre la propia vida e intentar darles respuesta y vivir de acuerdo a ellas, aunque sepamos que son provisionales? 
Me surgió la pregunta y la compartí: ¿se puede decir, en rigor, que tengo una filosofía de vida cuando mi forma de vivir está regida por pautas ajenas -familiares, culturales, sociales, religiosas, etc.- que no pongo en cuestión? 

Y continuamos...

Pero, ¿Realmente se puede ser el protagonista de nuestra vida?. Más bien tengo la sensación de que la vida nos vive, se compartió también. 
Estamos condicionados. 
Entonces, ¿Crees en el destino?, preguntaron. 
¿La suerte? ¿El destino? Dos buenos temas para otros cafés quizás.

Una nueva intervención, acerca de la pregunta inicial (¿qué es tener una filosofía de vida?) nos hizo ponernos en contacto con la pregunta por el sentido de la vida. La filosofía de vida tiene que ver con el sentido que le damos a la vida y este sentido tiene que ver con la responsabilidad, la memoria histórica, el compromiso, la ecología, los derechos humanos. Se trata de luchar contra el escepticismo.
La vida es lucha, no tenemos más remedio que luchar.
En tres palabras, resumió otro participante lo que significaba la filosofía de vida para él: Empatía, Rebeldía, Tolerancia.
Más que la filosofía de vida, la filosofía, se dijo al final del diálogo, tiene que ver con el acercamiento a la verdad y la acción sobre la realidad. Se trata de dar una explicación de la realidad, intentar aprender cómo funciona la realidad e intentar modificarla.

Y en el mientras tanto, la palabra felicidad salpicó todo nuestro diálogo: 

- No se puede renunciar a su búsqueda, se dijo.
- Es una intuición innata, se expresó también. 
- La felicidad no tiene que ver con la cultura, sino con la sabiduría, se dijo en otro momento. 
- No se trata de buscar una meta, sino simplemente de ser feliz
- Felicidad, quizás sea demasiado decir, se dijo también, quizás sea más adecuado hablar de bienestar. 
- Pero ,¿Por qué es obligatorio ser feliz?, se objetó.
- No hay amor a la vida sin la desesperación de vivir.
- La felicidad como meta de vida no convencía a todos.

Distintas visiones, diferentes comprensiones, múltiples aportaciones... En definitiva, enriquecimiento mutuo. 
Una nueva propuesta llevada a cabo con la intención de facilitar nuevos modos de diálogo y de intercambio acerca de las propias comprensiones filosóficas. 
Fue gratificante compartir un buen rato entre amigos y simpatizantes de la filosofía, resonar con las aportaciones de otros e irnos a casa con nuevas preguntas.


Gracias a la generosidad y el trabajo de Nieves (El Mercado de la tía Ni), disfrutamos de una estupenda sala que nos acogió a todos. Gracias Nieves, por tener todo perfectamente dispuesto para que las condiciones fueran las mejores posibles. Gracias por esa mesa preparada con todo detalle para que pudiéramos disfrutar de un calentito café, té o chocolate. El bizcocho en su punto.

Finalmente, quedamos emplazados para el último domingo de mayo. De los temas que salieron durante nuestro diálogo escogimos por votación la siguiente pregunta para nuestro Café Filosófico de mayo:

¿Soy el protagonista de mi vida o me dejo llevar?

Hasta pronto,

carmen C zanetti
www.carmenzanetti.es










miércoles, 15 de abril de 2015

¿Por qué nos cuesta tanto encontrar a alguien que nos escuche de verdad?



Es frecuente que tras buscar un rato de escucha en un amigo o conocido, nos sintamos decepcionados o frustrados. ¿Por qué nos ocurre esto?

La verdadera escucha no es fácil de lograr. Estamos tan acostumbrados al discurso autorreferencial y a interpretar lo que dicen los demás desde nuestro punto de vista, que en lugar de centrar nuestra atención en intentar comprender cuál es el sentido exacto de lo que el otro nos quiere comunicar, la mayoría de las ocasiones  buscamos en nuestra experiencia vivencias que se asemejen a lo que alguien nos está relatando; en el peor de los casos, comenzamos a preparar una respuesta (de consejo, tranquilizadora, paternalista, etc.) mucho antes de terminar de escuchar e intentar comprender todas las implicaciones y matices de lo que nos están transmitiendo.

La verdadera escucha exige el paso previo de dejar de lado mi mundo –al menos, durante el tiempo que me pongo a disposición del otro-. Olvidamos que las experiencias personales y su sentido son únicos para cada uno de nosotros. Las características fisiológicas y las condiciones biográficas, familiares, socio-culturales, etc. condicionan nuestro desarrollo y la forma en la que vivenciamos y significamos nuestras experiencias o los hechos más relevantes de nuestra historia personal. Es muy común, cuando intentamos escuchar a otra persona, buscar semejanzas entre sus vivencias y algunas de las experiencias vividas en primera persona con las que creemos que guardan relación; sin embargo, es una práctica que fácilmente nos aleja de la auténtica comprensión del mundo de referencia interno del otro, es decir, de su mundo particular de significaciones (qué le llevó hasta ahí, qué sentimientos le producen ahora todo lo que le está pasando, qué sentido le da a esa experiencia, qué emociones siente, cómo interpreta lo que le sucede, en qué cambia su vida lo que le está aconteciendo, etc...).


Comparto un fragmento de una novela de Michel Ende:

"¿Es que Momo era tan increíblemente lista que tenía un buen consejo para cualquiera? ¿Encontraba siempre las palabras apropiadas cuando alguien necesitaba consuelo? ¿Sabía hacer juicios sabios y justos?
No: Momo, como cualquier otro niño, no sabía hacer nada de todo eso.
Entonces, ¿es que Momo sabía algo que ponía a la gente de buen humor? ¿Sabía cantar muy bien? O ¿es que -ya que vivía en una especie de circo- sabía bailar o hacer acrobacias?
No, tampoco era eso.
¿Acaso sabía magia? ¿Conocía algún encantamiento con el que se pudiera ahuyentar todas las miserias y preocupaciones? ¿Sabía leer en las líneas de la mano o predecir el futuro de cualquier otro modo?
Nada de eso.
Lo que la pequeña Momo sabía hacer como nadie era escuchar. Eso no es nada especial, dirá, algún lector: cualquiera sabe escuchar.
Pues eso es un error. Muy pocas personas saben escuchar de verdad. Y la manera en que sabía escuchar Momo era única.
Momo sabía escuchar de tal manera que a la gente tonta se le ocurrían, de repente, ideas muy inteligentes. No porque dijera o preguntara algo que llevara a los demás a pensar esas ideas, no; simplemente estaba allí y escuchaba con toda su atención y toda simpatía. Mientras tanto miraba al otro con sus grandes ojos negros, y el otro en cuestión notaba de inmediato cómo se le ocurrían pensamientos que nunca hubiera creído que estaban en él.
Sabía escuchar de tal manera que la gente perpleja o indecisa sabía muy bien, de repente, qué era lo que quería. O los tímidos se sentían de súbito muy libres y valerosos. O los desgraciados y agobiados se volvían confiados y alegres. Y si alguien creía que su vida estaba totalmente perdida y que era insignificante y que él mismo no era más que uno entre millones, y que no importaba nada y que se podía sustituir con la misma facilidad que una maceta rota, iba y le contaba todo eso a la pequeña Momo y le resultaba claro, de modo misterioso, mientras hablaba, que tal como era sólo había uno entre todos los hombres y que, por eso era importante a su manera, para el mundo.
¡Así sabía escuchar Momo!"

Finalmente, os propongo reflexionar unos minutos sobre vuestra capacidad de escucha a través de la formulación de algunas preguntas:

*Mientras alguien está contándome algo, ¿le juzgo por sus conductas o tengo la actitud de intentar comprender qué le ha llevado a comportarse así? 
*Si la otra persona se siente triste, ¿permito que exprese su tristeza o intento distraerle o que cambie de tema? 
*Si la persona a la que escuchamos tiene sentimientos que juzgamos "negativos" o "equivocados" ¿le decimos que "no debe" sentirse así? Es decir, ¿invalidamos su experiencia en lugar de ser empáticos?
*¿Soy capaz de no ser protagonista, por un rato, y de brindar al otro un espacio de confianza y aceptación en el que pueda expresarse abiertamente y sin interferencias?


Os animo a que esta semana practiquéis la escucha y también a que me contéis cómo os ha ido.

Gracias por seguir ahí,

carmen C zanetti
www.carmenzanetti.es








jueves, 9 de abril de 2015

Café filosófico en el Val Miñor



Hola a todos:

La semana pasada os anunciaba mi propósito de poner en marcha un Café filosófico.  Este proyecto, como veis, se ha concretado en una convocatoria para el próximo domingo 26 de abril.

Secuestraremos a la filosofía de las aulas universitarias para acercarla a un lugar público, en el afán de dialogar sobre aquellas cuestiones que nos incumben y nos interesan, pero que, en muchas ocasiones, pasamos por alto por "falta de tiempo" o porque no encontramos el ámbito adecuado para reflexionar sobre ellas.

Sobre la base de la verdadera escucha y el respeto por la diferencia, intentaremos construir un diálogo fructífero que enriquezca nuestro pensamiento y nuestra percepción sobre la realidad. 

En torno a una mesa de diálogo, compartiremos nuestros puntos de vista, nuestras inquietudes y nuestro aprendizaje vital, con una actitud de apertura hacia nuevas miradas que puedan ampliar nuestra perspectiva actual sobre las cuestiones que nos han convocado. 

Será un lugar para poder poner a prueba las convicciones que albergamos sobre nosotros mismos y sobre nuestro mundo, en el intento de alumbrar visiones más amplias sobre las preguntas que se plantean,

No se trata de una clase de filosofía, ni de un debate entre posturas enfrentadas, sino de construir un diálogo entre todos los participantes, sobre la base de la escucha, la honestidad de nuestras reflexiones, el respeto hacia las comprensiones de los otros y el afán por poner a prueba y someter a crítica nuestras filosofías de vida.

Llevo a cabo esta iniciativa con mucha ilusión y os animo a todos aquellos que os sintáis atraídos por mi propuesta, a participar.

Muchas gracias,

carmen C zanetti
carmenzanetti.es







miércoles, 1 de abril de 2015

Café filosófico: filosofía para todos

Buenos días de nuevo a todos:

A los largo de las próximas semanas, me propongo poner en marcha un Café filosófico en la zona en la que resido actualmente (Val Miñor - Galicia). Por este motivo, hoy quiero contaros un poco de qué trata esto del "Café filosófico".

El actual modelo académico de estudios de filosofía se aleja bastante de la idea de la "filosofía como forma de vida", pero últimamente se ha puesto en marcha un trabajo activo por parte de muchos profesionales del ámbito de la Filosofía, en un intento de volver a conectar la filosofía con las inquietudes cotidianas de la gente.

Un poquito de historia

En 1992, Marc Sautet fundó el Café Philosophique, al que podía acudir cualquier persona y participar en un diálogo. La iniciativa tuvo tanto éxito que, gracias a internet, el movimiento se internacionalizó con rapidez y ahora existen gran cantidad de Cafés filosóficos en todo el mundo (también en España).

¿Cuál es la dinámica y el objetivo de un Café filosófico?

Hay varias modalidades de cafés filosóficos, pero todos ellos comparten algunas directrices, a saber, la heterogeneidad del grupo de asistentes, el diálogo sobre un tema de interés para los participantes y un moderador (en general un Licenciado/a en Filosofía) que regula la dinámica del grupo que se reúne. Se trata de llevar de nuevo la filosofía a los lugares públicos para que todos podamos enriquecernos con el ejercicio del diálogo filosófico.

Es posible que el adjetivo filosófico haga fruncir el ceño a más de uno.  Quizás algunas personas piensen que los temas serán complejos o difíciles de entender y que ellos/as no tendrán nada que decir o que aportar allí. Sin embargo, el objetivo de los Cafés filosóficos es precisamente el de acercar la filosofía a la vida cotidiana, en el convencimiento de que la filosofía es un ámbito que nos compete a todos y que, de hecho, cada uno de nosotros tiene una filosofía de vida personal (para algunos es más consciente y para otros lo es menos) que regula su vida y sus emociones. Creemos que el diálogo filosófico es enriquecedor y que todos podemos realizar aportaciones valiosas ancladas en el aprendizaje de nuestro recorrido existencial. 

El autoconocimiento, ha sido y será siempre un tema filosófico por excelencia. Lo serán, por tanto, también todas las cuestiones relacionadas con esa tarea.  Por esta razón, las problemáticas que se proponen como tema de diálogo en los cafés filosóficos son de distinto calado pero todas tienen que ver con nuestra vida:  la amistad, el sexo, las creencias, la razón, el conocimiento, el amor, las emociones, la sombra, la autorealización, la ética, la libertad, la honestidad, la corrupción, la verdad, la solidaridad, el arte, la generosidad, la fe, el mal...

La filosofía sale a la calle para Que nadie, por joven, tarde en filosofar, ni, por viejo, de filosofar se canse. Pues para nadie es demasiado pronto ni demasiado tarde en lo que atañe a la salud de su alma. (Epicuro, Carta a Meneceo)

Muy pronto espero poder daros más detalles sobre la concreción de esta actividad que me propongo poner en marcha.

Gracias por vuestro interés.

carmen C zanetti
www.carmenzanetti.es