miércoles, 30 de septiembre de 2015

Primer Café filosófico del otoño...




En el café filosófico del pasado domingo dialogamos sobre "la culpa en nuestras vidas". El respetuoso clima que se generó, la actitud de escucha que reinó entre los participantes y los interesantes cuestionamientos y aportaciones que compartimos, hicieron que disfrutáramos de una inusual y estimulante tarde de otoño.

Es difícil dar cuenta de estos cálidos y enriquecedores encuentros, pero haré un pequeño esfuerzo por haceros llegar un pequeño resumen sobre algunas de las reflexiones acerca de las que dialogamos.

Comenzamos como introducción con algunas de las reflexiones de Epicteto sobre la culpa, y enseguida entramos de lleno en el tema con la relación entre el "ego" y el "sentimiento de culpa". Hablamos de la influencia que los mandatos culturales y sociales tienen en nuestras vidas y de cómo la sociedad nos hace sentir culpables si no asumimos determinados roles. Por ejemplo: ¿nos sentimos culpables las mujeres cuando no asumimos las tareas del cuidado de los otros (niños, mayores, etc.)? Históricamente esta tarea ha sido (y sigue siendo) mayoritariamente asumida por el género femenino. Pero ¿Podemos las mujeres cuestionar este imperativo -el de ocuparnos de las tareas del cuidado- sin sentirnos culpables? ¿Por qué aceptamos esos mandatos externos?
¿Se trata de nuestro "ego" o de nuestro "instinto"?
"¿No será que nos sentimos demasiado imprescindibles?" 
"¿Se trata de sentirnos importantes o de responsabilidad?"

Nos preguntamos sobre nuestra actitud ante los mandatos externos: Hace falta un movimiento individual que los asuma (aunque sea desde su NO cuestionamiento) antes de sentirnos culpables por incumplirlos, convinimos. 
¿Cuestiono "lo que se espera de mí"? 
¿Tengo una filosofía de vida propia o asumo de forma inconsciente lo que "otros" (familia, amigos, jefe, cultura, religión...) me han enseñado o esperan que haga? 
"Sólo si hago mía una norma, puede nacer en mí la culpa".

El tema como véis daba, en sí mismo, para haber dialogado muchas muchas horas acerca de él, pero continuamos y nos interrogamos, a continuación, sobre la utilidad de la culpa:

La culpa surge de alguna manera de la distancia entre lo que pienso que debo hacer y lo que hago en realidad, es decir de nuestra incongruencia, del hecho de faltar a aquellos deberes que asumimos. Pero ¿Es, entonces, este sentimiento útil en nuestras vidas?:

"El sentimiento de culpa puede hacer que nos demos cuenta de nuestras faltas o limitaciones ayudándonos a reparar un mal o a rectificar nuestra actitud en situaciones semejantes futuras".

Pero... ¿En verdad puede ser útil un sentimiento tan autodestructivo? 
¿Lo útil es la toma de conciencia  o la culpa?

Quizás no seamos tan culpables como a primera vista pareciera ser; quizás se trate más bien de ampliar nuestra mirada, de ser más conscientes. Cuando erramos ¿lo hacemos voluntariamente o nuestras acciones limitadas provienen de nuestras limitaciones personales?. Si avanzáramos en nuestro crecimiento personal, si profundizáramos en nuestras actitudes, si nos observáramos más... ¿nos sentiríamos menos culpables? ¿El camino hacia la extinción de la culpa es, como sugiere Epicteto, trabajar más sobre nosotros mismos y examinar más nuestras actitudes?

¿Somos culpables o responsables?
¿Podemos escapar de la culpa o no tenemos alternativa?
Si deconstruimos nuestro ego ¿Quiénes seríamos?
Sin esa identificación mental ¿qué ocurriría?

Posteriormente dialogamos sobre las distintas situaciones ante las que sentimos culpa, tan dispares como sentirse culpable por gozar de un privilegio y el sentimiento de culpa de una víctima de violencia de género, por ejemplo.

Como no podía ser de otra manera, también surgió la relación entre la religión y la culpa
"Son las creencias las que pueden acabar con la culpa. Sólo el cambio de mis creencias puede hacer que ya no me sienta culpable de determinadas acciones que antes me hacían sentir culpable".  Hablamos sobre la utilización manipuladora de la culpa por parte de la Religión, de la Sociedad y de las personas.

Y terminamos con la formulación de una nueva pregunta que ya no dio tiempo a responder: ¿Puede ser útil el sentimiento de culpa para el mantenimiento de las sociedades humanas?

Finalmente propusimos varios temas para nuestros próximos Cafés:

La conciencia
La Felicidad
Nuestro Personaje

Si os interesan no os perdáis nuestras próximas reuniones.

Gracias a todos los que hicísteis posible nuestro primer café del otoño.

Hasta pronto,

carmen C zanetti











miércoles, 23 de septiembre de 2015

Epicteto: El impulso de culpar a algo o a alguien es una necedad

Como sabéis, el próximo domingo 27 de septiembre reanudamos los Cafés filosóficos en el Val Miñor (en el Mercado de la Tía Ni -Sabarís-). Para que vayamos entrando un poquito en el tema, comparto con vosotros las reflexiones de Epicteto sobre la actitud de culparse a uno mismo o de culparse a los demás.

Epicteto piensa que no son las cosas ni las personas las que nos hacen daño o nos ponen trabas en la vida, sino que es más bien la forma en la que vemos las cosas, la causante de nuestras tribulaciones; que son nuestras actitudes y reacciones las que nos causan problemas. Por tanto, Si lo que sentimos acerca de las cosas es lo que nos atormenta, más que las cosas en sí mismas, resulta absurdo culpar a los demás.

El consejo de Epicteto acerca de los momentos en los que sufrimos algún revés o aflicción es, por consiguiente, que no les echemos la culpa a los demás, sino a nuestra propia actitud.

Ante las propias desgracias, comenta Epicteto, se dan, en general, dos actitudes básicas: 

- La mayoría de la gente, dice, se lo reprocha a sí misma, mientras que

- La gente mezquina suele reprochar a los demás su propio infortunio 

Pero Quienes se consagran a una vida de sabiduría comprenden que el impulso de culpara a algo o a alguien es una necedad, que nada se gana con culpar, ya sea a los demás o a uno mismo, concluye Epicteto.

De hecho, Epicteto considera la extinción de la culpa como uno de los signos que anuncian el alborear del progreso moral

Pero ¿Cómo avanzar en esta dirección? 

Epicteto nos sugiere una hoja de ruta: Cuanto más examinamos nuestras actitudes y trabajamos sobre nosotros mismos, menos susceptibles somos de ser barridos por reacciones emocionales tormentosas.

Os deseo un día sin sentimientos de culpa,

carmen C zanetti
www.carmenzanetti.es


Bibliografía:
Epicteto: Un Manual de Vida, José J. de Olañeta, Editor, 2013 (Traducción de Borja Folch)









miércoles, 16 de septiembre de 2015

Vuelven los Cafés Filosóficos al Val Miñor

Tras la pausa realizada durante los meses de verano (Julio y Agosto), reanudamos nuestros Cafés filosóficos. Os recuerdo que nuestra primera cita del otoño tendrá lugar el último domingo de Septiembre a las 18:00 hs en el Mercado de la Tía Ni (Julián Valverde, 36 - Sabarís)



El tema elegido para esta ocasión nos toca de cerca a todos:

"La culpa en mi vida"

Quienes se consagran a una vida de sabiduría comprenden que el impulso de culpar a algo o a alguien es una necedad... (Epicteto)


Si el tema te parece interesante, acércate el domingo 27 de Septiembre al Mercado de la Tía Ni y comparte con nosotros este cálido espacio de diálogo y escucha que hemos creado, en el que compartimos nuestros pensamientos y nuestras experiencias enriqueciéndonos mutuamente con las aportaciones de todos.

Durante el tiempo que falta hasta nuestro próximo Café, colgaré algunas entradas en mi blog sobre este tema.

Te esperamos,

Carmen Zanetti


martes, 8 de septiembre de 2015

La naturaleza filosófica de nuestros problemas y conflictos cotidianos



Hoy comparto con vosotros mi último artículo publicado en la Revista Digital Homonosapiens. Espero que os guste.



La naturaleza filosófica de nuestros problemas y conflictos cotidianos


Nuestra alma obra ciertas cosas, pero padece ciertas otras; a saber: en cuanto que tiene ideas adecuadas, entonces obra necesariamente ciertas cosas, y en cuanto que tiene ideas inadecuadas, entonces padece necesariamente ciertas otras. De aquí se sigue que el alma está sujeta a tantas más pasiones cuantas más ideas inadecuadas tiene, y, por el contrario, obra tantas más cosas cuantas más ideas adecuadas tiene.(Spinoza)

            Spinoza no es el único filósofo que vio con claridad y habló sobre la relación entre nuestras ideas, nuestras pasiones y nuestras acciones (una intuición que ya desde antiguo tenían muy clara filósofos como Epicuro o Epicteto entre otros), pero es uno de los filósofos que con mayor lucidez escribe sobre los afectos y las pasiones humanas.

Nuestras acciones y emociones albergan implícitamente las creencias que las motivan, fundamentan y explican.

 El ser humano está configurado como una unidad bio-psico-socio-espiritual, y nuestro bagaje genético, educacional, cultural, religioso y experiencial va conformando nuestro estilo de vida, nuestros hábitos, nuestra forma de reaccionar, nuestros apegos y rechazos, nuestro modo de relacionarnos,  las cosas que valoramos y las que despreciamos, etc. En general, todo esto se va organizando de un modo más o menos inconsciente.

Aunque algunas personas somos más proclives a cuestionarnos, a hacernos preguntas e intentar buscar respuestas genuinas, en el caso de los más vamos sobreviviendo y enfrentando los retos de nuestro día a día en “modo automático. Así, de forma mecánica, reaccionamos con enfado si nos dicen algo desagradable, respondemos con una sonrisa si nos sentimos halagados, respondemos con irritación a las mismas cosas que siempre nos han enojado, reaccionamos de la misma manera a determinados comportamientos de los otros, etc.  A fuerza de repetir y repetir, nuestros comportamientos se convierten en absolutamente predecibles, de tal modo que los que nos conocen bien saben perfectamente cuales son las cosas que “nos hacen saltar”, “nos sacan de quicio” o “no podemos soportar”.

Aunque las emociones que nos generan algunas situaciones cotidianas nos causan malestar, insatisfacción o sufrimiento en distintos grados, cuando se trata de cuestiones antiguas o muy estructurales nos sentimos impotentes para combatirlas o erradicarlas. En ocasiones, intentamos reprimir nuestra reacción (de ira, por ejemplo), algo que no hace sino acumular la energía que no ha sido liberada en ese momento para brotar con más fuerza cuando menos lo esperemos.

Pero… Y la filosofía, ¿qué tiene que ver con todo esto?
Si Spinoza está en lo cierto cuando dice que nuestras acciones y pasiones tienen que ver con la “adecuación” o “inadecuación” de nuestras ideas o creencias, la filosofía está ante un reto  al que puede contribuir de forma muy activa en la vida de los hombres: el de promover que las personas  tomemos conciencia del sistema de creencias que conforman nuestra cosmovisión y nuestro estilo de vida y, eventualmente, facilitar, mediante un proceso filosófico, su transformación por otras creencias menos limitadas.

El potencial transformador de la filosofía está haciendo que las personas, cada vez más confíen y acudan a la consulta de un filósofo profesional.  A primera vista no es fácil darse cuenta de cómo una situación cotidiana se relaciona con cuestiones de orden filosófico. Sin embargo, la radicalidad con la que la filosofía afronta cualquier cuestionamiento, hará posible que, a partir de la problemática que lleva a una persona a la consulta, el consultante vaya profundizando en las capas que envuelven su conflicto, de modo que pueda ir vislumbrando por sí mismo la limitación de las ideas que estaban detrás de  la situación que le trae a la consulta filosófica.

Spinoza dice que Los hombres creen ser libres sólo a causa de que son conscientes de sus acciones, e ignorantes de las causas que las determinan
 Lo más importante es que las comprensiones de los consultantes sean autógenas, de modo que el papel del filósofo/a es, en cada caso, el de facilitar que la persona que acude a él/ella vaya revisando su filosofía de vida y vislumbrando por sí misma comprensiones más amplias sobre sí, sobre sus relaciones con los demás y, en último término sobre la vida y la realidad.
Los conflictos de la vida cotidiana son puertas abiertas al autoconocimiento ya que los conflictos personales e interpersonales  apelan  en última instancia a las cuestiones  más radicales. Podemos hacer como si pudiéramos vivir sin preguntarnos o intentar responder las cuestiones más decisivas de nuestra vida, pero ¿Es posible esto en realidad? Desde mi punto de vista no.  En nuestras acciones, en nuestras decisiones, en nuestro modo de relacionarnos con nosotros mismos, con los otros y con la realidad está contenida de modo implícito –seamos conscientes de ello o no- nuestra filosofía de vida, es decir, afirmaciones, creencias y posicionamientos ante todas aquellas cuestiones radicales implicadas en asuntos con los que lidiamos día a día.

Cuando a alguien se le hace patente la limitación de las creencias que ha ido configurando y sosteniendo, se van cayendo velos y van apareciendo nuevos insights transformadores. En definitiva, se trata de un modo de enfocar los problemas cotidianos de forma diferente: filosófica. Esto no niega las implicaciones psicológicas de los conflictos. Simplemente se trata de abordarlos desde una mirada distinta  que promueva la toma de conciencia genuina del consultante de aquello que le resta energía, espontaneidad, libertad y creatividad en su vida. Se trata de ver y erradicar todos los escombros que impiden que el flujo genuino de nuestra energía vital  nos permita responder ante las mismas cosas de un modo novedoso y espontáneo. 


Si, como dice Spinoza,  las ideas adecuadas obran en nosotros de forma necesaria determinadas acciones, es de esperar que la revisión del sistema de creencias que conforma nuestra filosofía de vida, resulte finalmente en nuevas ideas que, como mínimo, tendrán un contenido de autenticidad y de comprensión mayor, algo que, sin duda, tendrá un correlato directo en las decisiones y las actitudes ante los  acontecimientos de nuestra vida.

Hasta pronto.

carmen C zanetti
www.carmenzanetti.es