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La ética de la utilidad en Spinoza
Entiendo por bien aquello que sabemos con certeza que nos es útil… y
cuanto más se esfuerza uno en buscar lo útil, más dotado se hallará de virtud.
Actuar de una manera absoluta por virtud significa actuar, vivir, conservar
el propio ser bajo la guía de la razón sobre el fundamento de la búsqueda de lo
útil para sí.
(Spinoza, Ética)
De las dos afirmaciones que encabezan
este artículo podríamos concluir que el hombre sabio para Spinoza es un hombre
que busca lo útil para sí. Pero, ¿De qué tipo de utilidad está hablando el
filósofo en la Ética, su obra
primordial?
Vivimos en una una época en la
que identificamos lo útil con aquello que nos sirve a determinados fines
concretos y materiales (es decir concebimos lo útil en un sentido
instrumental); pero no es éste el tipo de utilidad al que Spinoza se refiere.
Spinoza habla de un sentido de lo útil
en tanto que sirve al hombre en cuanto hombre; es decir, en tanto que ilumina el arte de vivir plenamente la máxima expresión de
lo que somos.
En Spinoza, la Naturaleza (la Realidad, Dios o la Naturaleza tienen un
mismo sentido en la filosofía spinoziana)
es necesidad absoluta, una necesidad de cuya comprensión se deriva el
secreto del sentido de la vida. Pero, ¿Cómo podemos adquirir esa comprensión de
la necesidad con la que se desenvuelve la Realidad?
Hablar de comprensión en Spinoza
requiere aclarar los tres grados en los
que éste divide el conocimiento:
-
La primera forma de conocimiento es empírica y
está ligada a nuestras percepciones e imágenes sensoriales –que, según Spinoza
son confusas y vagas-
-
La segunda forma de conocimiento es el
conocimiento propio de la ciencia, que halla su típica expresión en la
matemática, la física y la geometría. Este conocimiento racional no sólo capta
las ideas con claridad y distinción, sino también, sus nexos necesarios, es
decir capta las causas de las cosas y comprende su necesidad.
-
El tercer grado de conocimiento, ciencia intuitiva, se trata de una
visión y aprehensión intuitiva: un “ver” tan luminoso que no tiene necesidad de
mediación.
Considerar que las cosas son contingentes es, para Spinoza, una especie
de “ilusión de la imaginación”, una concepción inadecuada de la imaginación que
pertenece al primer grado de conocimiento:
…”los hombres se han habituado a llamar perfectas e imperfectas a las
cosas de la naturaleza, más en virtud de un prejuicio –juzgamos
antropomórfica y antropocéntricamente la realidad-, que por verdadero conocimiento de ellas”. Pero, según Spinoza, en la naturaleza no hay
perfección e imperfección, bien y mal (es decir valor y disvalor), al igual que
no existen fines, ya que todo sucede bajo el imperio de la necesidad más rigurosa.
Perfecto e imperfecto son, pues, puntos
de vista, modos finitos del
pensamiento humano. Perfección y realidad, sin embargo, son la misma cosa
puesto que ninguna realidad natural es imperfecta (nada sucede en la naturaleza a vicio de ella). El bien o el mal,
entonces, no existen ontológicamente, sino que constituyen modos de pensar, nociones
que el hombre se forma.
La filosofía de Spinoza rompe, de este modo, de manera radical con el Cartesianismo de Descartes y su
dualismo metafísico. Así, el Dios
del que habla Spinoza no es un Dios dotado de personalidad, con voluntad e
intelecto. No es causa transitiva, es
decir, un Dios que crea por elección libre algo distinto de sí, sino causa
inmanente, por consiguiente, inseparable de las cosas que proceden de él.
Es por esta razón que la metafísica de Spinoza se califica como un monismo
ontológico.
La ética de Spinoza, decíamos
entonces, toma como fundamento la naturaleza humana y lo que le es útil a dicha
naturaleza. La libertad del sabio, por
tanto, consistirá en ser conforme a su naturaleza. Y puesto que la razón no
juzga útil nada más que lo que la lleva al conocimiento, la virtud no consistirá en otro cosa que en
actuar según la guía de la razón y sus ideas adecuadas. Cuando los hombres se
ajustan a la razón, no sólo obtienen lo útil para ellos, sino lo útil para
todos: el hombre que se comporta según la razón es lo más útil que hay para los
demás hombres. Spinoza sostiene que el hombre que vive de acuerdo con la
razón “es un Dios para el hombre”.
Virtud y felicidad, pues, se aúnan en Spinoza en tanto en cuanto ambas
consisten en seguir la propia naturaleza. Lo que le es útil al ser humano lo sabe la razón: entre las cosas
exteriores, las más útiles son las que concuerdan con nosotros y éstas son el
otro hombre, sobre todo, si está guiado por la razón.
¿Qué es lo verdaderamente útil
para el ser humano? Una vieja pregunta que requiere, hoy más que nunca, una
nueva respuesta que la filosofía sigue tratando de iluminar.