El domingo pasado inauguramos nuestro primer Café filosófico en el Val Miñor y hoy quiero dar cuenta de la excelente respuesta que tuvo la convocatoria.
Prueba de que la filosofía sigue estando viva -quizás más viva que nunca-, acudieron a la cita muchas más personas de las que en un principio habíamos imaginado. Vuelvo, desde aquí, a dar las gracias a todos aquellos que mostraron interés y que se acercaron para participar de nuestra primera experiencia.
El primer arranque no fue perfecto pero sí muy ilustrativo e interesante y espero que, también, entretenido para todos.
Por ser el primer encuentro de este Ciclo de Cafés Filosóficos, al que ya hemos dado el pistoletazo de salida, me pareció conveniente hacer una pequeña introducción explicativa, tras la cual lancé la pregunta que había preparado para nuestra primera reunión:
"¿Qué es tener una Filosofía de Vida?"
Comenzamos por apuntar la relación entre la filosofía de vida con la búsqueda de la felicidad. Después continuamos el diálogo y señalamos la conexión entre la filosofía de vida y la respuesta intuitiva a las dos grandes preguntas ¿De dónde venimos? y ¿Hacia donde vamos?
Y desde las grandes preguntas caminamos hacia la importancia de las pequeñas cosas. La filosofía de vida, se dijo, tiene que ver con saber disfrutar de los pequeños momentos y de las pequeñas cosas. Quizás, se expresó en otro momento, no se trate tanto de la búsqueda de felicidad como de encontrar una manera de pensar que nos permita estar a gusto con nosotros mismos y con los demás.
Un poco más adelante, surgió un nuevo matiz, a saber, la filosofía de vida tiene que ver con buscar pautas para que los acontecimientos no marquen nuestro paso por la vida. Se trata de llevar las riendas de tu vida, vivir con intensidad, sacudirse la pereza y protagonizar nuestra vida. Tener una filosofía de vida implica no dejarse llevar por la vida, por la pereza, por el pasotismo... sino vivir según tus propias convicciones.
Y esta aportación dio lugar a una nueva afirmación: pues, últimamente, mi filosofía de vida es dejarme llevar.
Una contraposición, al menos aparente, acerca de lo que implica tener una filosofía de vida: dejarme llevar, ser el artífice de mi vida...
Entonces creí oportuno lanzar una pregunta: Para tener una filosofía de vida propia ¿es necesario cuestionarse a sí mismo, hacerse preguntas sobre la propia vida e intentar darles respuesta y vivir de acuerdo a ellas, aunque sepamos que son provisionales?
Me surgió la pregunta y la compartí: ¿se puede decir, en rigor, que tengo una filosofía de vida cuando mi forma de vivir está regida por pautas ajenas -familiares, culturales, sociales, religiosas, etc.- que no pongo en cuestión?
Y continuamos...
Pero, ¿Realmente se puede ser el protagonista de nuestra vida?. Más bien tengo la sensación de que la vida nos vive, se compartió también.
Estamos condicionados.
Entonces, ¿Crees en el destino?, preguntaron.
¿La suerte? ¿El destino? Dos buenos temas para otros cafés quizás.
Una nueva intervención, acerca de la pregunta inicial (¿qué es tener una filosofía de vida?) nos hizo ponernos en contacto con la pregunta por el sentido de la vida. La filosofía de vida tiene que ver con el sentido que le damos a la vida y este sentido tiene que ver con la responsabilidad, la memoria histórica, el compromiso, la ecología, los derechos humanos. Se trata de luchar contra el escepticismo.
La vida es lucha, no tenemos más remedio que luchar.
En tres palabras, resumió otro participante lo que significaba la filosofía de vida para él: Empatía, Rebeldía, Tolerancia.
Más que la filosofía de vida, la filosofía, se dijo al final del diálogo, tiene que ver con el acercamiento a la verdad y la acción sobre la realidad. Se trata de dar una explicación de la realidad, intentar aprender cómo funciona la realidad e intentar modificarla.
Y en el mientras tanto, la palabra felicidad salpicó todo nuestro diálogo:
- No se puede renunciar a su búsqueda, se dijo.
- Es una intuición innata, se expresó también.
- La felicidad no tiene que ver con la cultura, sino con la sabiduría, se dijo en otro momento.
- No se trata de buscar una meta, sino simplemente de ser feliz.
- Felicidad, quizás sea demasiado decir, se dijo también, quizás sea más adecuado hablar de bienestar.
- Pero ,¿Por qué es obligatorio ser feliz?, se objetó.
- No hay amor a la vida sin la desesperación de vivir.
- La felicidad como meta de vida no convencía a todos.
Distintas visiones, diferentes comprensiones, múltiples aportaciones... En definitiva, enriquecimiento mutuo.
Una nueva propuesta llevada a cabo con la intención de facilitar nuevos modos de diálogo y de intercambio acerca de las propias comprensiones filosóficas.
Fue gratificante compartir un buen rato entre amigos y simpatizantes de la filosofía, resonar con las aportaciones de otros e irnos a casa con nuevas preguntas.
Gracias a la generosidad y el trabajo de Nieves (El Mercado de la tía Ni), disfrutamos de una estupenda sala que nos acogió a todos. Gracias Nieves, por tener todo perfectamente dispuesto para que las condiciones fueran las mejores posibles. Gracias por esa mesa preparada con todo detalle para que pudiéramos disfrutar de un calentito café, té o chocolate. El bizcocho en su punto.
Finalmente, quedamos emplazados para el último domingo de mayo. De los temas que salieron durante nuestro diálogo escogimos por votación la siguiente pregunta para nuestro Café Filosófico de mayo:
¿Soy el protagonista de mi vida o me dejo llevar?
Hasta pronto,
carmen C zanetti
www.carmenzanetti.es
Y por fin celebramos nuestro primer Café Filosófico
ResponderEliminarY por lo que veo con participación, que es difícil en un tema tan "filosoFico" y nunca mejor dicho. Será también que Carmen es una excelente comunicadora y... Que necesitamos la filosofía para vivir.
ResponderEliminarGracias Ita por tu cariñoso mensaje. Un abrazo
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ResponderEliminarGracias Ita por tu cariñoso mensaje. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Ita por tu cariñoso mensaje. Un abrazo
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