jueves, 26 de febrero de 2015

Dime qué deseas y te diré cuánto sufres

Buenos días a todos:


Como ya anticipábamos la semana anterior, el principio de nuestro lúcido filósofo Epicteto invitándonos a discriminar en las distintas circunstancias de nuestra vida entre lo que depende de nosotros y lo que no está bajo nuestro control, se puede aplicar a muchos ámbitos.

Hoy reflexionamos sobre las cosas que deseamos y las que tememos o no queremos. Nuestros deseos y aversiones, dice Epicteto, son soberanos veleidosos que reclaman satisfacción. El deseo nos ordena correr y coger lo que queremos. La aversión insiste en que evitemos las cosas que nos repelen. De hecho, continúa nuestro sabio, Es bastante común que nos decepcionemos cuando no conseguimos lo que queremos y que nos aflijamos cuando logramos lo que no queremos

El deseo y la aversión, según Epicteto, no son más que hábitos. Y podemos ejercitarnos en tener mejores hábitos

Si deseas algo que escapa a tu control, seguramente acabarás decepcionado, nos advierte este gran sabio; además, mientras tanto, estarás descuidando las cosas que están bajo tu control y que son merecedoras de deseo

Finalmente Epicteto nos brinda su recomendación: Céntrate en las cosas nocivas que puedes combatir y restringe el hábito de verte afectado por las cosas que escapan a tu control.

Las circunstancias, puntualiza Epicteto, no se presentan para satisfacer nuestras expectativas, por lo que Cuando algo acontece, lo único que está en tu mano es la actitud que tomas al respecto; así pues, tanto puedes aceptarlo como tomarlo a mal. Lo que en verdad nos espanta y desalienta, continúa, no son los acontecimientos exteriores por sí mismos, sino la manera en que pensamos acerca de ellos

No son las cosas lo que nos trastorna, sino nuestra interpretación de su significado. Las cosas y las personas no son lo que deseamos que sean ni lo que parecen ser. Son lo que son.

Es decir, no son las cosas o las personas, por sí mismas, las que nos hacen daño ni nos ponen trabas, sino que más bien son nuestras reacciones y nuestras actitudes acerca de ellas las que nos causan problemas. Por tanto, a pesar de no poder elegir nuestras circunstancias externas, siempre podremos decidir la forma en la que reaccionamos ante ellas.

Piensa esta semana acerca de las cosas que temes, las circunstancias o personas o actitudes que rechazas o que te generan aversión o preocupación y pregúntate:

¿Cómo interpreto esa circunstancia, ese hecho de la realidad, esa actitud, etc.?
Intenta ser lo más concreto posible en tus afirmaciones; si puedes, escribe los enunciados que te surgen acerca de la situación. Esto te ayudará a concretar tus pensamientos, además de hacer que tomes una conciencia más amplia de cómo interpretas determinados aspectos de la realidad, de la vida, de las personas y de ti misma/o.

Después somete a crítica tus propios pensamientos e interpretaciones y júzgalas y contrástalas a la luz de los principios y recomendaciones de Epicteto: 

Abre los ojos: tienes que ver las cosas tal y como son y así te ahorrarás el dolor de los falsos vínculos y de la decepción evitable.

Por último, cuestiónate tus propios deseos y pregúntate acerca de si son tuyos realmente; intenta elucidar qué mandatos familiares, sociales, culturales, religiosos, etc. hay detrás de ellos.  
Pregúntate si las cosas que deseas son las que anhelas profundamente y valora la distancia que separan tus deseos más genuinos de las cosas que persigues en el momento presente.

Que tengáis una lúcida semana,

carmen C zanetti
www.carmenzanetti.es




  

Fuente: Epicteto, Un manual de vida, Ed. Los pequeños libros de la sabiduría, Palma, 2013







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